- ¡Qué
boina más grande!
- El yayo
Jesús, tu otro bisabuelo llevaba una boina vasca, de ala ancha.
- ¿Lo
dibujaste también poniéndote delante de él?
- Yo solía
ir algún fin de semana a verle y le costaba bastante andar. Una tarde lluviosa
de domingo, que no sabíamos qué hacer, puse el caballete delante de donde él
estaba sentado y comencé a manchar con el pincel. Casi sin darme cuenta iba
surgiendo la figura, el parecido, la expresión. Antes de irme pensé: “el
próximo fin de semana lo acabaré”. Han pasado cerca de cuarenta años y nunca
más lo retoqué. El caso es que no me desagrada el aspecto que tiene, por lo que
así se va a quedar.
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