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¿Por qué pintas los tejados?, me
dice Candela.
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Mira, yo había venido de vacaciones
a Novallas en el mes de agosto. Y mi padre, tu bisabuelo, había hablado con un
concejal de Tarazona, que él conocía, para facilitarme una exposición en la
Sala de Arte “Cardenal Gomá”, que estaba en la plaza. Como no tenía suficientes
cuadros para exponer, todos los días cogía mi caballete y un lienzo y me
paseaba por todas las calles para ver si me gustaba pintar lo que veía. Andando
por el barrio “El Cinto”, por unas calles muy estrechas, vi estas torres de una
iglesia, que se llama La Merced, y me pareció curiosa la vista desde arriba y
las huertas al fondo. Mientras pintaba acertó a pasar por allí un cura de
Novallas, amigo mío, que se llama Don Cirilo. Me dijo:
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Hombre, ¡qué bonito! Pintas bien.
Pero ésta es una aficción muy cara.
Bueno, pensé yo. Algún día podré vender un cuadro y recuperar lo que
ahora me estoy gastando.
Lo cierto es que, a finales de agosto, tenía 30 cuadros, entre los que ya
tenía pintados y los que hice durante ese mes.
Le exposición se hizo en el mes de octubre y fue mucha gente a verla. Era
mi segunda exposición. La primera la había hecho en Novallas un año antes.
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