domingo, 19 de abril de 2020

Nº 20

-        ¡Qué vieja!, dice Jorge.
-        Es la abuela Jerónima, tu tatarabuela. ¿Recuerdas la que me dio un vaso de agua con vinagre cuando tiré a Pablo al río?
-        Sí.
-        Pues ésa. Dicen que yo era su nieto preferido. Y me llamaba Carlicos. En agradecimiento yo quise hacerle un retrato. Ella me decía:
-        ¡Quita, quita! No tengo otro quehacer que quedarme quieta mirándote.
Y yo:
-        Abuela, que si te mueves no puedo pintarte.
Y así, entre conversaciones y quehaceres conseguí hacerle este cuadrito. No está muy elaborado, pero a mí me gusta por la espontaneidad que tiene y porque me trae recuerdos de cuando vivía con nosotros. Era muy cariñosa y, si no la veía mi madre, me daba una galleta o una onza de chocolate. Yo creo que me parezco algo a ella. Tú ¿qué crees?

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