domingo, 19 de abril de 2020

Nº 21


-        Candela y Jorge, os voy a comentar este cuadro. La abuela Dorotea vivía en Fontellas. Allí nació mi madre, vuestra bisabuela. Yo lo considero mi segundo pueblo.
Cada cierto tiempo íbamos a verla. Cogíamos el autobús, “la tudelana”, en la parada que estaba al lado del cuartel. Llegábamos a Tudela y allí tomábamos otro autobús hasta Fontellas.
Andando desde la carretera veíamos la casa de la abuela entre las primeras del pueblo.
Teníamos muchos primos y primas con los que jugábamos. La abuela Dorotea iba siempre encorvada, fruto de alguna lesión que tenía en la columna vertebral. En la parte de atrás de la casa estaba el corral y había una nave que llamaban “el pajar”. Seguramente porque se habría utilizado para almacenar paja para los animales del corral. Había gallinas, patos, conejos y hasta una vaca. Un día que hacía mucho viento nos quedamos en “el pajar”, y para no aburrirme pinté lo que veía:
A la derecha la puerta que da al corral, con la cortina ondeando por el viento, igual que la de la ventana. En la pared colgaba un cedazo y delante un lavabo-tocador con una maceta. En el macetero un gramófono. Creo que lo habían utilizado en los bailes de los domingos. Seguido un banco, y al fondo, somieres, colchones y objetos sin identificar. En el medio, una silla solitaria. Y en el rincón del fondo se ven algunas telarañas.
Así pasábamos los días que íbamos a ver a la abuela. Y éramos felices.

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