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Candela y Jorge, os voy a comentar
este cuadro. La abuela Dorotea vivía en Fontellas. Allí nació mi madre, vuestra
bisabuela. Yo lo considero mi segundo pueblo.
Cada cierto tiempo íbamos a verla. Cogíamos el autobús, “la tudelana”, en
la parada que estaba al lado del cuartel. Llegábamos a Tudela y allí tomábamos
otro autobús hasta Fontellas.
Andando desde la carretera veíamos la casa de la abuela entre las primeras
del pueblo.
Teníamos muchos primos y primas con los que jugábamos. La abuela Dorotea
iba siempre encorvada, fruto de alguna lesión que tenía en la columna
vertebral. En la parte de atrás de la casa estaba el corral y había una nave
que llamaban “el pajar”. Seguramente porque se habría utilizado para almacenar
paja para los animales del corral. Había gallinas, patos, conejos y hasta una
vaca. Un día que hacía mucho viento nos quedamos en “el pajar”, y para no
aburrirme pinté lo que veía:
A la derecha la puerta que da al corral, con la cortina ondeando por el
viento, igual que la de la ventana. En la pared colgaba un cedazo y delante un
lavabo-tocador con una maceta. En el macetero un gramófono. Creo que lo habían
utilizado en los bailes de los domingos. Seguido un banco, y al fondo,
somieres, colchones y objetos sin identificar. En el medio, una silla
solitaria. Y en el rincón del fondo se ven algunas telarañas.
Así pasábamos los días que íbamos a ver a la abuela. Y éramos felices.
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